11 de diciembre de 2013

No ha sido un mal año

Qué 2013 va llegando a su fin lo sabemos porque ya no le quedan más páginas al almanaque y porque en la televisión han comenzado los consabidos resúmenes anuales. Los telediarios ya dedican unos generosos minutos de su programación a decidir quién ha sido la persona más influyente, cuál el acontecimiento más relevante o cuestiones menos livianas, como cuántas veces ha entrado en quirófano Belén Esteban y cómo es posible que salga peor que entró.

Pero vanidades aparte, 2013 no ha sido un mal año. O al menos así lo pienso yo, prefiero quedarme con lo bueno que me ha aportado. Recordarlo con una actitud positiva.

2013 ha sido el año en que ha nacido este blog. Lejos queda aquel primer artículo de indignación y resignación ante la discriminación de la Administración por razón de la edad, "Ahora que ya no somos jóvenes". Pero los meses han ido pasando y 2013 me ha permitido ver en directo un acontecimiento histórico de una enorme magnitud: la renuncia de un papa. Una cuestión que lejos de ser baladí ha resultado ser una convulsión en la Iglesia, suponiendo el final de una era y el principio de otra, como lo predijo san Malaquías. Y aquel hombre del que nunca habíamos escuchado hablar, el papa Francisco, se ha convertido en la persona del año, según publica hoy la revista Times.

El 2013 se ha llevado a personas, como Nelson Mandela. Del que parece que aun muerto es capaz de conciliación. Según lo atestigua el inaudito saludo entre Castro y Obama. Pero este año nos ha traído grandes cosas. Gracias al temido Acelerador de Partículas hemos sabido que Higgs tenía razón. Que hay una partícula subatómica elemental que sostiene al Universo, la Partícula de Dios. Razón que le ha valido para que desde ayer cuelgue de su pecho la prestigiosa medalla del Premio Nobel.

Pero 2013 no solo nos ha dejado acontecimientos divinos. En lo mundano todavía no hemos visto las consecuencias finales de la dimisión de Griñán como presidente de la Junta de Andalucía, salpicado por los EREs. Lo que puso en marcha el mecanismo de sucesión de la monarquía andaluza. Que al menos es algo comparado con la falta de gallo del gallinero de otras instituciones políticas, carentes de líder, en detrimento de la salud democrática.

2013, además, ha servido para salvar del olvido la anhelada Ley de Navegación Marítima, cuyo proyecto ronda ahora por el Congreso. Y también para recordarnos que aunque España es el penúltimo país en violencia de género, la lacra sigue presente, más que alguno se empeñe en lo contrario con libros imposibles.

Por mi parte 2013 me ha servido para abandonar una vocación poco rentable, aunque en un proyecto prometedor "Hoy no cocino yo", llevándome a trabajar junto a algunos de los mejores cocineros de Sevilla en el Abades Triana. Y concluyendo el año con un proyecto que al menos me mantiene distraído, redactor de textos. Que sin ser excesivamente rentable, al menos me permite acostarme todas las noches con el convencimiento de que he aprendido algo nuevo.

Así que, unos por otros, no ha sido un mal año este 2013 y yo he colgado mi particular resumen anual.

¡FELIZ 2014!


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