En Libertad para los osos, John Irving (que ganó el Oscar de Mejor Guión
adaptado de su novela Príncipes de Maine,
reyes de Nueva Inglaterra con la película Las normas de la Casa de Sidra), marca una diferencia con el resto
de sus manuscritos. Se trata de un relato donde historia y fantasía comparten páginas
para transmitir al lector la dificultad de tomar la elección correcta.
Dos jóvenes, Siggy y Graff,
recorren la Austria posterior de la II Guerra Mundial en busca de mozas y
aventuras, hasta que una idea irrumpe en sus cabezas: liberar a los animales
del zoo de Viena. Esta extravagante ocurrencia gobierna sus pensamientos y
acciones en un relato de literatura absurda donde deberán tomar la decisión
adecuada. Entre tanto, para dar distracción a la obra, según el autor, se narra
una historia personal marcada por una colectiva, el conflicto serbio-croata en
mitad del siglo XX.
Lo que más me ha llamado la
atención del libro es que Irving no ha acudido a las consabidas escenas
sexuales, tal y como nos tiene acostumbrados en el resto de sus escritos. Por
el contrario, el sexo es una anécdota pasajera en el entramado de monólogos
claro oscuros de que son objeto los protagonistas.
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