4 de septiembre de 2013

Vejer: Paseo por un laberinto blanco

Uno de los pueblos más interesantes para visitar y recorrer a pie es Vejer de la Frontera. Una atalaya blanca sobre un cerro con vistas al mar. Calles empedradas y engalanas con flores sirven para descubrir rincones, monumentos, leyendas y olores de la cocina tradicional. Experiencias que trascienden en el tiempo y enamoran a cuantos lo visitan.

Ruta por Vejer 

Los primeros testigos de nuestra estancia en Vejer son los vecinos que se apostan en La Plazuela, Plaza de San Francisco, centro de la actividad local. Allí se descubre la fachada del antiguo Convento de San Francisco, que hoy alberga un prestigioso hotel donde se conservan las estancias de sus antiguos habitantes. A su espalda, en lo que antaño fuera la huerta del convento, se aloja el mercado de abastos; una oportunidad de adquirir productos frescos de la zona, desde fruta y verdura de las huertas próximas a pescado, capturado en el vecino pueblo de Barbate. Hoy día el mercado ha evolucionado a un mercado gourmet, ocupando los puestos abandonados varios negocios nuevos en los que se pone a disposición de turistas y vejeriegos lo mejor de la gastronomía. 



De nuevo en la Plazuela una pequeña pendiente nos lleva a un balcón privilegiado sobre La Janda. El Paseo de la Corredera cuenta con algunas de las mejores vistas de la Sierra de Grazalema, intuyéndose la Bahía de Cádiz (especialmente en las noches de verano cuando el poniente se hace presente). La andadura continúa subiendo por la calle Nuestra Señora de la Oliva, patrona de la localidad cuya imagen se venera en una ermita situada a camino entre Vejer y Barbate. En la subida da encuentro la Casa del Marques de Tamarón, que en la actualidad alberga a la Casa de la Cultura, la biblioteca municipal y la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Además, de exposiciones permanentes e itinerantes donde vecinos y forasteros se dan encuentro.

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A continuación el Arco de la Segur da paso un lienzo de la antigua muralla de la ciudad. Guardiana de las espaldas del templo parroquial cuya visita se puede demorar para al regreso de la ruta. Bajando por la calle José Castrillón se surge un estrecho callejón a la derecha (identificable por un negocio de arte con en papiroflexia). Es aconsejable hacer un alto en el camino y adentrarse por él, dando con el único pasaje techado de la ciudad. Este pasaje lleva el nombre de una mujer vejeriega casada con un rey árabe, cuya historia de amor dio lugar a la fundación de la ciudad hermana de Chefchaouen (Marruecos).


El discurrir de la calle desemboca en el Arco de la Villa. Antes de atravesarlo, a la izquierda, hay un mirador que ofrece una excelente vista de la Plaza de España, conocida en el pueblo como la plaza de los pescaitos. Preside la plaza el Ayuntamiento. La fachada es paralela a la muralla que hace de pared posterior. En el vestíbulo se pueden diferenciar algunos tramos del lienzo.

El Arco de Sancho IV, El Bravo, por el que entrara el rey para conquistar el sitio, no dista mucho. Solo habra de seguirse la calle empedrada de homónimo nombre. Allí espera la Casa del Mayorazgo, hoy ocupada por varias casas de vecinos, cuya Torre del Homenaje merece la pena visitar, por las vistas que ofrece de la Comarca de la Janda y el lugar que ocupó la desecada laguna.

De nuevo en el Arco de la Villa se prosigue por la calle Canalejas, de la que nace la Costanilla del Nazareno, una de las construcciones peculiares de la cuidad para salvar los desniveles del terreno. Antes de llegar a la calle de la Encarnación, surge un pasaje a la derecha que desemboca en un bello patio típico de Vejer. Más adelante la antigua Iglesia del Rosario abre sus puertas, convertida hoy en la sede de la Peña Flamenca Aguilar de Vejer, que conserva aún la disposición original y un magnifico techo.

Por Mesón de Ánimas se llega a otra de las puertas de la ciudad, Puerta Cerrada, que se mantiene oculta desde el exterior para no ser vista por los enemigos del sitio. Subiendo por la costanilla se da con el Castillo. Una fortificación del siglo XI desde cuyas almenas se domina el Estrecho de Gibraltar.



Muy cerca el reformado Convento de las Monjas Concepcionistas alberga exposiciones y congresos, y nos da paso a la Iglesia Parroquial del Salvador. Un templo construido en varios estilos arquitectónicos (mudéjar y gótico) que alberga piezas de gran interés. Recientemente se están incorporando a sus alacenas obras restauradas que fueron dañadas durante la Guerra Civil y carcomidas por los años.

La ruta concluye aquí, pero la visita puede seguir caminando por el intrincado laberinto de calles de la Judería y visitando los molinos de viento, situados en la periferia de la ciudad. 

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2 comentarios:

  1. Es necesario alejarte de alguien o algo, para darte cuenta de lo que has dejado atrás... En este caso y después de mucho tiempo sin vivir en mi maravilloso pueblo, me doy cuenta de la preciosidad, la belleza, la blanca luz, las cálidas noches y el recuerdo tan hermoso que guardo de mi infancia en VEJER...MI PUEBLO.

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  2. Hacer turismo no solo es ver, sino también oír. Uno de los sonidos más característicos de Vejer es el repicar de las campanas cuando su patrona visita el templo de la parroquia. Una estampa acústica tan bella como el propio pueblo.

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