13 de septiembre de 2013

Ruta a pie por Zamora

En el diccionario, Zamora debiera ser sinónimo de románico. La capital castellano leonesa es en sí la expresión del arte románico. Recorrer las calles y plazas de su casco histórico es entrar en un museo arquitectónico del siglo XII. No obstante, realizar una ruta a pie por Zamora es una bella experiencia gobernada por la tranquilidad de sus calles y sus gentes.



Ruta a pie por Zamora

Propongo comenzar la ruta a pie por Zamora desde una de las entradas a la antigua ciudad,
la que queda más al norte, cerca de la calle Feria. Un arco invita a pasar a la Plaza de la Leña, presidida por el Palacio de Doña Urraca, desde donde podremos iniciar un recorrido por el interior del paño norte de la muralla de la ciudad. La Ronda de Santa María la Nueva nos llevará hasta la plaza homónima, donde conocer el templo eclesial que le da nombre (y se gestó el Motín de la Trucha) y el Museo de Semana Santa de Zamora, fiesta que es del todo recomendable por su singular austeridad y solemnidad.

Para llegar a la Plaza de Viriato se puede tomar la calle Barandales o la paralela, Hospital, ambas limitan el bello edificio que aloja a la Diputación de Zamora. La Biblioteca y el Parador de los Condes de Alba y Aliste son parte de un conjunto bien avenido de edificios civiles representativos del románico. Adjunto se encuentra la Plaza de Claudio Moyano, con un pequeño mirador al Duero.

La Rúa de los Francos lleva hacia el oeste de la ciudad. A medio camino, la Iglesia de La Magdalena es uno de los modelos más representativos del arte dominante. Su vieja tarima de madera es testigo silenciosa del frío que han de soportar los feligreses en invierno. Al otro lado de la calle se encuentra el Convento del Tránsito, con una curiosa imagen mariana. Bordeando el edificio por la calle Pizarro se llega a un mirador poco transitado, desde donde fotografiar el Puente de piedra, y siguiendo hacia la derecha la Iglesia de San Ildefonso.


Este tramo de la ruta por Zamora pasa por varios miradores situados sobre la cara sur de la muralla, como es el de la Plaza de Fray Diego. Algo más adelante, tras dejar el Paseo de Arias Gonzálo, justo donde hace esquina la Oficina de Turismo, el callejón de Troncoso da paso a una bonita plaza junto a la Catedral.


La Catedral de Zamora hubo de ser reconstruida en su portada norte, presentando un estilo gótico que poco tiene que ver con el resto del edificio. Desde el patio posterior, que da acceso al castillo, se pueden observar las diferentes estancias que se han sumado al cabo del tiempo, para atender las necesidades eclesiales.


En la Plaza de la Catedral hay un arco, tras él un parque y al fondo el Castillo de Zamora. Un austero edificio militar desde el que se tienen unas excelentes vistas del Duero y los molinos de trigo, no en vano Zamora es tierra de pan.

De vuelta sobre nuestros pasos, tomando un atajo por la Rúa de los Notarios, regresamos a la Plaza de Viriato, y desde allí, por la calle Ramos Carrión, se desemboca a la Plaza Mayor. Durante el recorrido se pasan por tiendas y reposterías con solera, en las que merece la pena entrar y adquirir productos zamoranos.

Hacer turismo no es solo ver, sino también oír. Sobre el ayuntamiento hay un campanario que cuando pasan unos minutos de las en punto toca una melodía mariana que es digna de escuchar. Una estampa sonora que recuerda a la de mi pueblo, Vejer de la Frontera, cuando está en fiestas patronales.

Desde aquí se pueden visitar las calles más modernas y bulliciosas de la ciudad. La calle Renova da el relevo a San Torcuato, que pasa por delante del Palacio de los Monos, sede de justicia (irónicamente). A la derecha por Santiago se llega a la Plaza de la Constitución, tras la que se encuentra el magnifico Mercado de Abastos.

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