13 de noviembre de 2013

El Prestige sentenciado

No ha sido la mayor catástrofe marítima que ha atendido la ribera española, pero sí ha sido la que me ha tocado vivir. Cuando el Prestige emitió su último lamento poco sabía yo de que un barco tenía popa y proa. Hoy, once años después, soy Oficial de la Marina Mercante e imparto clases de náutica. Es por eso que el caso del Prestige ha salpicado toda mi formación y mi carrera.

La agonía del buque y su tripulación ha hecho correr tanta tinta como fuel llevaban sus bodegas. Los pasillos de la facultad eran terreno abonado para sacar este tema y declinarse arbitrariamente hacia un lado u otro. Y digo bien, arbitrariamente, porque a fin de cuentas todos teníamos razón.

La sentencia del tribunal gallego libra de culpa y pena a políticos, armador y tripulación. Con una leve amonestación a Mangouras, que podrá jubilarse en paz. Sin embargo, deja mal sabor de boca. La marea negra que se eliminó con otra blanca nos aportó mucho más de lo que nos arrebató, pero hoy en día solo es una foto de nuestro recuerdo, porque el Prestige, por fin, esta sentenciado y descansa en paz.

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