18 de junio de 2014

Felipe VI, presidente de la república

En estos días el debate sobre el modelo de Estado que debe regir en España está en boca de todos. Las voces a favor de la república y de la monarquía se levantan en las mesas de tertulias en platós de televisión y de radio. Y es que estamos viviendo un momento histórico que nos lleva a plantearnos sobre la idoneidad de nuestro modelo de monarquía parlamentaria.
 

Segunda parte de la transición

Hace unos días leía un artículo de opinión sobre los "pendulazos" que ha sufrido la historia de España en el último siglo. De la república a la dictadura y luego a la transición, que nos vino a traer cierta calma. Sin embargo, ahora llega la segunda parte de la transición. La monarquía, impuesta por la voluntad de un dictador que pretendía prolongarse en el tiempo, vio en la promulgación de Juan Carlos como rey de España un enlace con la dinastía borbónica que había perdido el trono décadas atrás. Los partidos de derecha aceptaron gustosos su figura, como también lo hizo buena parte de la izquierda, muchos de ellos renunciando a sus ideales fundacionales y dando el brazo a torcer con la vista puesta en dar forma a un país convulso.



El rey cumplió su cometido. Fue una figura clave en la transición. A mi parecer su papel más importante no fue detener el golpe de estado perpetrado por Tejero, y menos a tenor de las últimas revelaciones apuntadas por Pilar Urbano, quién pone el foco de la iniciativa en los entornos de Zarzuela, tampoco hubiese tenido mucho futuro la locura del Guardia Civil venido a más y que resultó ser la cabeza de turco de quienes lo utilizaron para desestabilizar el país. El papel de rey fue consensuar, reunir, servir de pegamento de tan distintos ideales como los promulgados por los cabecillas de derecha y de izquierda.

Decir que gracias al rey tenemos democracia me parece exagerado. Había muchos españoles trabajando para que el voto no fuera un lujo, sino un derecho.

Ahora corresponde a Felipe VI llevar a España a una democracia plena, a un modelo político en el que los ciudadanos puedan elegir quien es el jefe del Estado.

La candidatura de Felipe VI

A los políticos se les llena la boca de democracia y votos cuando llegan las elecciones. Quedarse en casa y hacer oídos sordos es un pecado mayúsculo para los pretendidos mandatarios. Sin embargo, todos se callan o hablan como mucho con la boca chica cuando se alega que el jefe del Estado también es objeto de votación. Eso es un Estado democrático.

Estoy seguro de que Felipe es el mejor preparado para ser actualmente el jefe del Estado español. Desde pequeño ha recibido una formación de acuerdo a su potencial futuro y él ha puesto mucho de parte. Su reputación está inmaculada a simple vista. Y la verdad es que viendo el panorama de nuestros políticos no me gustaría que ninguno de ellos ocupará tal representación. Pero Felipe es el mejor preparado para ese cargo porque estaba predestinado. 

En España hay miles de personas con una formación mayúscula; mayor que la del príncipe. Con varios idiomas, carreras, másteres, experiencia internacional..., pero ninguno podrá llegar a ser jefe del Estado mientras los derechos sucesorios estén por encima del derecho a decidir.

Desde este humilde blog hago un llamamiento a quienes ostentan cargos de responsabilidad política y muy especialmente a Felipe VI, para que asuma su responsabilidad: convocar elecciones a la jefatura del Estado. Mi voto lo tiene. Ahora mismo es el mejor preparado, sobre todo a la vista de los escándalos que manchan a los políticos y lo depreciado de su clase. Y estando también preparado como se dice, así lo creo, no debería tener ningún problema para ganar unas elecciones. No está inmerso en escándalos de corrupción, tiene buena reputación, conoce las relaciones internacionales y tiene el beneplácito del Ejército, es el perfecto jefe de Estado, pero necesita el refrendo del Pueblo, necesita que lo votemos en unas elecciones democráticas.


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