6 de febrero de 2014

El evangelio de la verdad

De los cuatro evangelios canónicos por los que conocemos la vida de Jesús, el Evangelio de Juan tiene un carácter especial. El que fuera uno de los primeros discípulos de Cristo (Jn 1, 15) es un relator privilegiado y notario de lo que sucedió en el momento en que el mundo cambió para siempre.


En el Evangelio de Juan la palabra tiene un singular protagonismo, desde el inicio. El himno inicial es un canto a la palabra, a la Palabra que nace de Dios y hace hombre para traer la Buena Nueva, para vencer a la muerte y romper las cadenas del pecado. Juan está presente en los momentos más importantes de la vida del Maestro: en el relato de su muerte y resurrección; a los pies de la Cruz, junto a su madre; en la Santa Cena, en que lava los pies a los que están con él... El Evangelio de Juan tiene la singularidad de quien todo lo ha contemplado y se sabe testigo de acontecimiento único.

El cuarto evangelio está escrito en griego; lengua en que la palabra “verdad” se transcribe como alêthaeia, alêthês y alêthinos. Con un total de cuarenta y ocho veces escrita a lo largo del relato, sin contar las veces que la repite el mismo autor, Juan, en las cartas posteriores. La “verdad” está omnipresente a lo largo del evangelio y es un recurso teológico al que acude para dar fuerza al mensaje. En varias ocasiones repite el evangelista Juan las palabras de Jesús en que se relaciona con la verdad:
“La palabra es la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (1, 9)
“[...] gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad” (1, 14)
“[...] los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y verdad” (4, 23)
“[...] yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, [...] el Espíritu de la verdad” (14, 16)
O aquella que marca definitivamente a la persona de Jesús como Hijo de Dios:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (14, 6)
Pero la verdad que es Jesús no es una verdad rígida y obsoleta en el pasado. Jesús es una verdad dinámica, que da vida a quienes le acogen en su morada, una verdad fresca, un mensaje siempre actual, que se puede aplicar a cada momento de la vida. La verdad de Jesús no se limita a su tiempo; trasciende las fronteras de los siglos y llega hasta nuestros días, para hacerse verdad en nosotros. Porque la verdad de Jesús conduce hacia la luz del Padre y aleja de las tinieblas. Es una verdad que nos hace libres. Y quienes escogen la mentira, la palabra sin vida, tienen el riesgo de caer en el abismo del pecado. La verdad nos une a Dios y nos liga a la familia cristiana. Una Verdad que no podemos callar, sino compartir con el resto del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario