26 de marzo de 2014

Es tiempo de motos (en las aceras)

Llega el buen tiempo. Los naranjos sustituyen sus frutos por las flores de azahar aromatizando las calles; el sol calienta cauteloso las fachadas de los edificios donde algunos vecinos se arremolinan en busca de un poco de calor; es el tiempo de dar paseos por la ciudad de Sevilla, que en primavera se viste de gala. Pero hay que tener precaución. En las aceras el azahar cubre de un manto blanco el itinerario peatonal, cuando no son las bolinas similares a dátiles que se clavan en los pies simulando la experiencia del paseo a la de deambular por un parque temático de faquires. Aunque son cuestiones que se solventan sin mucha dificultad, el problema son las motos.

Acera aledaña al Palacio de Justicia del Prado de san Sebastián en Sevilla.
Con el buen tiempo las motos surgen como hongos en las aceras de Sevilla, aunque seguro que también lo hacen en otras ciudades. Lo que tiene consecuencias, tanto positivas como negativas.

En el pro hay que reconocer que el tráfico es más fluido. De una parte hay quien decide ir a su destino sin utilizar el coche, por lo que abundan los peatones, bicicletas y sobre todo las motocicletas. En los semáforos las colas se acortan, engordando las cabeceras de salidas con aceleraciones en libre y consecuentes ruidos cuales latas llenas de piedrecillas bailando al son de maracas.

En el contra: las motos en las aceras. Cierto es que en moto se llega antes a todos los sitios (especialmente al centro), evitándose un problema acuciante de las ciudades: el aparcamiento. Pero hay motoristas que velan más por sus propios intereses que por los comunes de todos los usuarios del entorno urbano, ocupando con sus motocicletas el ancho de la acera, a lo que hay que sumar el espacio reservado para el carril bici (que parece un supramundo impenetrable para los peatones, acusados con timbres de su presencia en "espacio sagrado"). Y entonces ¿por dónde ando yo?

En Sevilla se puede aparcar las motocicletas en las aceras. Así lo recoge la Ordenanza de Circulación de la ciudad de Sevilla en su artículo 92, sin embargo se abusa del derecho pisando la libertad del peatón de utilizar el único espacio urbano destinado para su uso inherente: caminar. Por tanto desde aquí hago un llamamiento en mi situación de motero y peatón: ¡Sí a las motos, pero no en las aceras!.

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